Del sufrimiento las almas florecen
Del sufrimiento las almas fortalecen
Resiliencia, un término novedoso siendo recogido por la RAE en 2016 y un tanto de moda que creo es una pieza fundamental del bienestar.
Como ya os he contado en muchas ocasiones, la vida es caprichosa, la vida es un libro escrito por Dios y no sabemos qué nos depara, siendo a veces sorprendidos por nuevos capítulos que no esperábamos.
Y así sin esperarlo, nos llegan situaciones complicadas como una enfermedad, la infertilidad, una separación, una deslealtad, un despido, etc. Y ante estas situaciones tenemos dos opciones:
Procede del latín: resilio, que significa rebotar.
Me encanta su primer uso en física donde se utilizaba a la hora de explicar cómo ciertos materiales pueden resistir a un impacto y volver a su forma original. De esta manera yo utilizo la metáfora de la esponja: cómo se aprieta y se hace muy pequeña y ella por sí misma vuelve a su estado original.
En los últimos años se han llevado a cabo varios estudios sobre la resiliencia como una conducta de adaptación a la adversidad. Ya hablé de uno de ellos llevado a cabo por Aaron Antonovsky. Y también podréis encontrar varias claves sobre ello en el libro ‘Los patitos feos’ del neurólogo y psiquiatra Boris Cyrulnik, quien define la resiliencia como la capacidad de comenzar un nuevo desarrollo tras un trauma.
Así que podemos explicar resiliencia como la capacidad que tenemos para adaptarnos y sobreponernos a situaciones complejas y adversas, sacando de ellas un aprendizaje positivo.
Ante una adversidad sufrimos siempre, el dolor generado por ese suceso está ahí, pero con resiliencia nos protegemos de una manera óptima ante esa situación y salimos fortalecidos de ello.
Para superar una situación compleja de manera resiliente hay dos aspectos a tener en cuenta que son fundamentales:
La resiliencia no es algo innato, no se nace con ello, aunque siempre hay que tener en cuenta la epigenética, así como el embarazo, nacimiento y la personalidad desarrollada por el niño. La importancia de un entorno de seguridad en un niño hará que su resiliencia siempre sea mayor.
Pero la buena noticia es que podemos desarrollarla a lo largo de la vida, incluso de adultos. Las principales características de una persona resiliente son:
Como ya dije la resiliencia se puede desarrollar.
Lo ideal para ello es conocerte mejor, tomar conciencia de cómo eres y aceptarte a ti mismo tal cual eres. A partir de ahí el proceso del cambio conlleva un cambio de creencias, de formas de actuar, de elección del entorno, de hábitos, etc.
Poco a poco el camino lo irás labrando si estás escuchando esto. Siempre será más fácil con un apoyo profesional.
“La esperanza es aquello que nos mantiene conectados con la vida.”
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