¿Por qué me duele tanto, si ha sido una tontería? Es demasiado intenso lo que siento para lo que ha pasado.
¿Alguna vez te ha ocurrido que ante una bobada sin importancia algo dentro de ti se remueve mucho? Por ejemplo, si no te incluyen en un plan y te sientes un absoluto rechazo y piensas que no te quieren. O cuando suena el teléfono, es tu ex pareja y dentro de ti sientes un fuego inmenso. Esto ocurre porque lo que se está disparando dentro de ti no es el presente, sino el pasado, tu herida emocional. Esta situación del presente abre la caja negra que contiene tu trauma, a través de un disparador emocional, también conocido como trigger emocional, detonante emocional o disparador emocional neurológico.
Un disparador nos ayuda a comprender que aún queda trabajo terapéutico para integrar esa herida aún abierta. Tu “yo” del pasado necesita mucho amor y comprensión, así que no le trates mal y no te enfades con tu vulnerabilidad.
Cuando ante un hecho aparentemente sin importancia se produce una respuesta emocional y física con una intensidad desmedida, significa que algo ha disparado la herida que siente su cuerpo. Son como las palomitas cuando explotan ante el calor. Al no entender el significado, la mayoría de las personas asumen que hay algo malo en ellos, culpabilizándose de sus síntomas. «Estoy perdiendo la cabeza», «no me controlo»… o en su entorno: «me ha asustado», «me ha mirado mal», «esto no es seguro»… Lo que se está disparando no es algo que suceda en el presente, sino que remueve algo del pasado: el TRAUMA.
Un acontecimiento traumático es un legado vivo, no ha terminado cuando se acaba, aunque lo hayamos sobrevivido con éxito. El trauma es una herida que sangra de vez en cuando. Un acontecimiento traumático solo es un acontecimiento. Sin embargo, el legado vivo de este acontecimiento es un conjunto de síntomas y dificultades que tienen en común las personas traumatizadas por este episodio.
El trauma se manifiesta en intensas reacciones físicas y emocionales ante cosas cotidianas (disparador) que rara vez se reconocen como experiencias del pasado. Estas respuestas son memorias implícitas que hacen que se reavive el trauma en el cuerpo. Se despiertan sensaciones que no corresponden con lo actual: miedo, angustia, tristeza, soledad… y esto puede deberse al bullying sufrido, a la pérdida de tu mascota, a la exigencia de mamá…
El trauma según Peter Levine (psicólogo y biofísico médico americano, autor especializado en el tratamiento del estrés postraumático y quien desarrolló Somatic Experiencing), son los efectos debilitantes que las personas sufren después de vivir experiencias que han percibido como abrumadoras o cómo una amenaza para su vida.
Janina Fisher (doctora en psicología y autora de La transformación del legado vivo del trauma) dice que cuando se produce un trauma, la personalidad se divide en una parte del yo que “sigue con su vida normal” y partes de la personalidad que se forman como mecanismos de afrontamiento para lidiar con disparadores: lucha, huida, parálisis, sumisión y apego.
Bessel van der Kolk (fundador del Trauma Center de Brookline y autor de El cuerpo lleva la cuenta) defiende que el trauma es una experiencia que sobrepasa los mecanismos de supervivencia de la persona, así como sus facultades para reaccionar ante lo que le sucede.
La señal de un peligro inminente se transmite automáticamente al tálamo, donde en nanosegundos evalúa las amenazas en la amígdala y el córtex prefrontal. Si el estímulo es amenazante, la amígdala estimula el cerebro para que active el sistema nervioso simpático, entonces aparece el estrés de adrenalina que prepara el cuerpo para luchar o huir. La adrenalina provoca un aumento del ritmo cardíaco y respiratorio, maximiza el flujo de oxígeno a los músculos y apaga otros sistemas no esenciales, como el córtex prefrontal.
El disparador puede desactivar el cerebro pensante de manera automática, dejando al reptiliano libre actuando por instinto, perdiendo la capacidad de juzgar nuestro comportamiento, siendo incluso más peligroso.
Disparador inesperado: alarma
Aquí vemos una imagen que explica más claramente cómo funcionan estas tres áreas de lo que se considera el cerebro triuno (una teoría neurobiológica propuesta por Paul D. MacLean que defiende que el cerebro humano está compuesto por tres áreas distintas, cada una de las cuales se desarrolló evolutivamente a lo largo del tiempo):
Al sobrevivir al trauma nos queda un registro de memoria inadecuado que no refleja exactamente lo que ha sucedido ni cómo lo hemos soportado. Las áreas de memoria verbal se apagan cuando la amígdala está activada, por eso la gente no recuerda bien un evento traumático. Al no tener recuerdos en palabras o imágenes, no reconocen lo que sienten como recuerdos, sino como síntomas, y por eso piensan que están locos.
Si se ha dado una cronificación del trauma, por ejemplo, violencia doméstica, maltrato infantil… el sistema de respuesta de la persona queda sensibilizado también de manera crónica con una reactividad física continúa ante el entorno como si siguiera siendo amenazante.
Entender una serie de patrones como tener miedo a la autoridad, separarse de un ser querido, sentirse abandonado, ruidos repentinos, etc. o bien algunos disparadores que hagan que tu cuerpo se sienta de alguna otra manera te ayudará a comprender mejor tu historia, incluso aunque no sepas por qué se está activando algo.
Evita la tentación de relacionar las emociones activadas con acontecimientos concretos de tu vida. Simplemente reconoce que estás activado y al saber que estás activado significa que estás experimentando recuerdos emocionales y corporales relacionados con tu trauma. Tenemos que aprender a discriminar entre una reacción emocional del presente y un recuerdo emocional corporal.
Para sanar hay que restablecer la corteza prefrontal para que podamos observar, reflexionar y tomar perspectiva. Utilizamos la corteza prefrontal cuando meditamos o nos centramos y además tiene un efecto calmante sobre amígdala. Cuando la amígdala está más calmada, nuestro sistema nervioso está más regulado y podemos curar más fácilmente el estrés de las emociones.
La clave está en incrementar tu capacidad para percibir tus pensamientos, sentimientos e impulsos como señales sobre cómo se encuentra tu sistema nervioso.
Estás activado o apagado, abrumado o entumecido: ¿Es una ventana de tolerancia lo suficientemente amplia como para tolerar lo que está sucediendo?
Para terminar, indicarte que si tu ventana de tolerancia está muy bajita y los síntomas descritos se manifiestan mucho en ti, ¿a qué esperas para ponerte en manos de un tratamiento que haga que tu vida sea más serena?
Lo que importa no es lo que te sucede, sino cómo reaccionas a lo que te sucede
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