Empezaremos entendiendo cómo todos nosotros pertenecemos a un sistema:
Yo pertenezco al sistema de los nacidos en el 71. Al sistema del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. Al sistema de mujeres, madres de familia numerosa que viven en las Rozas. Pertenezco a mi sistema familiar actual estando casada con Ernesto y madre de tres niños; y a su vez pertenezco al sistema de mi familia de origen con dos hermanos (uno fallecido): los Navajo Martínez. En su día pertenecí al sistema de Telefónica y cada una de las empresas en las que trabajé.
¿Y qué ocurre en los sistemas?
Han de producirse tres principios básicos para que el sistema no se altere y funcione correctamente. Si alguno de estos principios no se da en algún integrante del sistema, todo el grupo se resiente. De la misma manera, si un miembro del sistema trabaja en su equilibrio, eso se nota en el resto de los participantes de ese sistema. En sistemas grandes no se percibe tanto, pero en sistemas familiares o de departamentos de empresa tiene mucho impacto.
Estas leyes basadas en los Ordenes del Amor de Bert Hellinger quieren decir que el orden es el cauce de la vida por donde fluye el amor, ¿qué pasa si se obstruye, si no puede canalizar la corriente? Cuando se da tal obstrucción es cuando se da alguna dinámica familiar o en un sistema donde las cosas no fluyen, fallan. El amor es parte del orden, el orden precede al amor, por tanto, el amor sólo puede desarrollare en el marco del orden. Si no sabes como cambiar alguna de estas situaciones ponte en manos de un terapeuta sistémico y especialmente te sugiero que participes en alguna constelación familiar.
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