¿Cómo reacciona el ser humano cuando piensa que ya no hay nada que hacer en un lugar lleno de silencio llamado el “Glaciar de las lágrimas“?. Lo vivido en 1972 por este equipo de rugby llamado “Los viejos cristianos”, es una historia de resiliencia y de superación del trauma, haciendo honor a Darwin y su teoría de la evolución humana.
Hace años, saliendo de mi adolescencia, leí un libro que me sobrecogió y me impactó para siempre: ¡Viven! de Piers Paul Read. En estos últimos meses, compartir esta historia épica de evolución humana con mis hijos, viendo la magistral película de Bayona “La Sociedad de la Nieve” y diversos documentales, ha sido maravilloso. Porque como suelo decir en terapia, no hay nada como otros ejemplos humanos para creer en otras posibilidades y en la vida.
La historia de estas 16 personas es una vivencia llena de superación, solidaridad, vínculos relacionales, valores, fe, trabajo en equipo, que en un mundo tan superficial, hedonista y egoísta como en el que estamos inmersos, es todo un modelo de aprendizaje. Estos jóvenes pertenecían a familias acomodadas, de buenos colegios y de repente, se quedan sin nada, sin comida, donde son sólo seres humanos. Esta vivencia les hizo desprenderse de lo material para quedarse en su esencia más pura, encontrando su SER, sin más.
Las claves para sobrevivir a aquel suceso, quizá uno de los más épicos de nuestra historia, tuvieron que ver con varios aspectos tanto físicos como psicológicos.
¿Si no hubieran sido un equipo de rugby con sus códigos, con su líder y con los roles asignados hubieran sobrevivido? Quizá no, ya que esto les hacía tener un vínculo muy fuerte, una cohesión grupal, que los lleva a una motivación por sobrevivir, tanto a nivel individual como colectiva.
La “identidad social” del equipo les hace tener un sentido de pertenencia esencial para superar situaciones límites. La capacidad de actuar con determinación en momentos críticos, basada en su propia experiencia de equipo, fue crucial para su supervivencia.
El capitán del equipo, Marcelo, también fue el capitán de la tragedia, siendo él el que organizaba cómo hacer las cosas y tomaba las decisiones complejas. La disciplina, la coordinación y el respeto entre ellos fue clave para sobrevivir.
Lo valores del equipo estuvieron siempre presentes, destacando la solidaridad entre ellos, dándose permiso unos a otros de alimentarse con su cuerpo en caso de fallecer. Incluso la decisión de dos de ellos de ir en busca de ayuda, fue una decisión de equipo. Lo hicieron por su supervivencia, pero por el equipo.
Parrado dijo “Prefiero ir en busca de la muerte a que la muerte me encuentre”.
El vínculo relacional que se establece ante la supervivencia es único y para toda la vida. Sólo entre ellos saben lo que ocurrió realmente, sus sentimientos vividos es algo especial que les vincula de por vida. De hecho, ellos decían que cuando el helicóptero les rescató tras 72 días sintieron nostalgia, por lo vivido y por los que ya no estaban. No se fueron de allí sin llevar consigo pertenencias y recuerdos de sus amigos.
“No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos” Numa Turcatti
La vida allí fue tan pura para ellos, llena de paz a la vez que de dolor, que el volver a la vida normal, lo catalogaron como volver a la jungla.
Su vivencia es un claro ejemplo de trauma con T mayúscula. Según entran en las montañas, son conscientes de que llega la tragedia y se preparan para ello. Cuando el avión se parte en dos, ¿alguno piensa en que va a sobrevivir?. Terminan en un amasijo de hierros donde hay supervivientes heridos, supervivientes sanos y compañeros y familiares muertos. Las primeras horas son cruciales por las bajas temperaturas y para poder ofrecer ayuda a los demás. Actúan rápidamente, absolutamente en shock, esto es disociador, porque para ellos era demasiado de tolerar.
De los 29 supervivientes sólo consiguieron sobrevivir 16. Tuvieron que hacer múltiples duelos y afrontar situaciones absolutamente trágicas en esos 72 días: como sobrevivir al alud, escuchar por la radio que les daban por muertos dejándoles sin esperanza y la falta de alimentos que los lleva a la antropofagia (comerse a sus amigos).
“Volví al horror de vivir tras el alud”
Un acontecimiento traumático es un legado vivo, no ha terminado cuando se acaba, aunque lo hayamos sobrevivido con éxito. Un acontecimiento traumático solo es un acontecimiento. Sin embargo, el legado vivo de un acontecimiento traumático es un conjunto de síntomas y dificultades que tienen en común las personas traumatizadas por este acontecimiento y que lo llevarán consigo el resto de sus vidas.
Allí y me imagino que los primeros meses, no fueron muy conscientes de su dolor, estaban disociados. Era la única manera de sobrevivir.
“A los pocos días la mente se había bloqueado y parecía que comiéramos pollo. No pensábamos más. 50 años después me empieza a parecer brutal pensarlo y contarlo”.
La superación del trauma comienza a producirse en el momento en el que aceptaron y se perdonaron a sí mismos. Alguno de ellos comenta que hasta el momento de esta película no han sido capaces de contar a sus familiares la realidad vivida allí. El sentimiento de culpa y de vergüenza por haberse comido los cuerpos de sus compañeros para poder sobrevivir pienso que fue su gran herida. Además del sentimiento de culpa que siempre queda tras la superación de un gran suceso donde hay más fallecidos.
Como decía Darwin en su teoría de la evolución: los animales, por tanto los humanos, compiten entre sí por la comida, por el refugio y por reproducirse, siendo sólo los más aptos los que sobrevivirán.
Para quien no lo sepa, mi eslogan “atípica psicóloga que cree en la evolución humana” se basa en la teoría de Darwin, una de las ciencias de donde surge la Psicología. Pero haciendo una evolución con la gran aportación de Jane Goodall tras investigar a los primates: “La evolución humana no es solo una cuestión de huesos y músculos, sino también de corazón y mente”.
El hombre, como cualquier animal, está diseñado para sobrevivir, su instinto de supervivencia es innato. Y es capaz de hacer cualquier cosa por ello, por eso pusieron en peligro sus vidas para sobrevivir, por eso según les cae el alud encienden un mechero y se dan cuenta al instante que no hay oxígeno y por eso, a pesar de su fe, llegan a alimentarse de sus propios amigos. Recordemos que estaban a más de 3.000 metros sobre el mar y esto suponía no tener casi oxígeno, temperaturas que llegaron a 35º bajo cero sin ropa adecuada, sin comida y prácticamente ciegos por el sol.
El ser humano para sobrevivir necesita cinco cosas: agua, oxígeno, buena temperatura, comida y descanso. De forma instintiva, aquellos jóvenes se aseguraron de cada una de ellas, dejando atrás creencias.
La resiliencia consiste en la capacidad que tenemos para adaptarnos y sobreponernos a situaciones complejas y adversas, sacando de ellas un aprendizaje positivo.
Quizá este será uno de los mejores ejemplos de resiliencia humana que encontremos. Por duro que fue, se reponían ante la adversidad una y otra vez, bromeaban entre ellos de quién sería el próximo y no se desvanecieron hasta encontrar una salida. Esto demuestra que la fortaleza interna del ser humano es mucho más alta de lo que suponemos.
La resiliencia mostrada en la película demuestra que es algo que se puede desarrollar, que no es innato, ya que ante la adversidad y situaciones traumáticas, son capaces de adaptarse a las circunstancias, reconstruyéndose una y otra vez. Así muestran cómo cada desafío es una nueva oportunidad de crecimiento personal.
“La realidad nos desbordaba, pero yo no me quería morir; quería llegar a mi casa y decirles a mis padres ‘estoy vivo»‘ Roy Harley
Si no hubiera sido por la esperanza que mantuvieron en volver a su hogar y la positividad que mostraron ante la adversidad, quizá no lo hubieran superado. Esto lo que demuestra es cómo a través de tu mente puedes cambiar tu perspectiva imaginando y finalmente, consiguiendo una solución para un desafío tan extremo como cruzar la cordillera.
Su fe cristiana tuvo una doble cara, ya que su sistema de creencias no les dejaba alimentarse del cuerpo de sus amigos, tanto es así que llegaban a pensar que sobre ellos existiría siempre una maldición. Pero esto finalmente lo convirtieron en un ritual espiritual, casi como en una auténtica liturgia.
Creo que lo más importante a destacar es, que al desprenderse de todo, su ego quedó a merced de su SER, consiguiendo sacar de cada uno de ellos su estado más puro.
“Mi mente nunca fue tan libre como allí” Eduardo Strauch
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