Hace unas semanas os conté en qué consistían las creencias limitantes y ese podcast tuvo un gran éxito. Es normal que nos sintamos reflejados ante esa información, ya que todos tenemos múltiples creencias o barreras que nos limitan y que queremos cambiar. Y más comenzando el año y teniendo un listado de nuevos propósitos por delante que a veces no sabemos ni cómo afrontarlos.
Recordad que os conté que una creencia limitante es una respuesta automática de la que no somos conscientes que nos llega sin prácticamente darnos cuenta. Se trata de creencias profundas que tenemos grabadas y que lo creemos a ciencia cierta y que condicionan qué pensamos, qué sentimos y cómo nos comportamos.
Funcionan sin que nos demos cuenta (inconscientemente), por lo que el hacerlas conscientes, es el primer paso para realizar los reajustes necesarios de cara a cambiarlas.
A veces nuestros patrones de conducta están tan arraigados, que nos sentimos incapaces de cambiar… y solemos decirnos, yo que soy así y no voy a cambiar, pero te puedo asegurar que la neuroplasticidad de tu cerebro puede llevar a cabo el cambio.
Pero ¿qué puedo hacer para cambiar esto?
¡Comencemos!
Hoy toca un cambio de creencias en toda regla y para ello vamos a salir del mapa que te has creado hasta ahora y vamos a dibujar un nuevo mapa. A ¿qué me refiero? Hoy toca hackear el mapa que te has dibujado a lo largo de tu vida y crear uno nuevo. Yo le llamo nuevas carreteras neuronales.
Sabes por qué los creadores de mapas son tan eficientes, porque empiezan en un papel en blanco, todo es nuevo para ellos.
Y ya sé que ahora estás pensando que eso te ocurrió y que eso te marcó la vida. Pues bien, eso ocurrió, pero NUNCA ES TARDE PARA VIVIR UNA NUEVA EXPERIENCIA. Así que sin más comienza a crear en ti nuevas carreteras neuronales. Ahora toca desmontar el mapa dibujado en tu cerebro y crear otro.
Lo único imposible es aquello que no intentas. Haz que suceda.
Vamos a cambiar nuestras creencias limitantes por CREENCIA POTENCIADORAS. Estas provocarán conductas que te llevan a donde quieres llegar, a tu objetivo deseado.
Miedo a hablar en público. Yo tenía miedo a hablar en público, aunque os parezca mentira, me ponía muy nerviosa, me temblaba la voz, me faltaba el aire, todo el mundo se daba cuenta. No quería exponerme, me quería salvar de hacer el ridículo, pero me limitaba siempre. Imaginaros cuando tenía que dar una charla o una formación, los primeros minutos para mi eran terribles. Sin ello podría llegar donde quisiera, ofrecer mis recursos y mi ayuda allá donde fuera.
No sabía de dónde procedía esa creencia en concreto, pero sí que a lo largo de mi vida cuando me exponía pensaba que se reirían de mí, ya que de pequeña estaba un poco rellenita y me llamaban vaca, por lo que sentía verdadero pánico escénico a la hora de exponerme. Pero, en uno de mis cursos de hipnosis hice un ejercicio que me llevó a una experiencia traumática en toda regla que yo no recordaba hasta ese momento. Cerré los ojos, me centré en hablar en público, me fui a la sensación corporal que me traía ese momento lleno de miedo y nervios y a través de la sensación corporal me fui a las experiencias vividas y me recordó aquel día. Yo tenía 9 años y todo procedía de una vivencia en que una profesora me dio una torta en mitad de la clase. Mis padres habían viajado a Canarias, a la vuelta estábamos esperando llenas de ilusión por todos los regalos que nos traerían y que nos habían contado. De repente los vemos llegar sin maletas, les había robado TODO. Venían bastante tocados y sólo me regalaron un boli de 10 colores que compraron en el aeropuerto. Yo hice mis deberes llenos de colorines, emocionada se lo fui a enseñar a mi profesora Mª Jesús (te lo podría describir tal cual fue aquella escena a todo lujo de detalles), me miró con cara de desprecio, me dijo, ¿pero qué es esto? Y me dio una torta. Imaginaros lo que pasaría hoy si se da ese caso. Me sentí tan ridiculizada, fue espantoso. Lloré y no lo conté en mi casa porque mi padre había sufrido un amago de infarto del disgusto, como para contar aquella chorrada que me marcó la vida.
No poder hablar en público me salvaba de sentirme ridícula. Me salvaba de que me juzgaran, de que me hicieran daño, de sentirme una mierda, de dar un disgusto a mis padres, … Está claro que hablar en público me exponía a sufrir, sin hacerlo me sentía protegida. Así que por todos los medios intentaba no hacerlo y si me tocaba (algo lógico a lo largo de mi profesión) tenía claro que no podía exponerme sin tener todo bien atado, por lo que ante una formación o exposición no encontrarías a nadie mejor preparado que yo. Aún así lo pasaba francamente mal y tenía preparada toda clase de técnicas para superarlo.
Está claro cuál es la mía: Ser una psicóloga muy formada que pueda ofrecer a las personas que me escuchan los recursos que yo he adquirido a lo largo de mi vida para superar mis limitaciones. Voy a contribuir a que la sociedad siga evolucionando y que transforme su vida en positivo. Pero protegiéndome con mi conocimiento y mi buen hacer. Por tanto mi auto exigencia y esfuerzo salen a la palestra para minimizar el ridículo.
Creer en mí, sin dejar que los juicios externos me mermen. Poderme ofrecer la mejor versión de mi misma. A muchas personas les gustaré y a otras no, pero eso no debe mermar mi autoestima. Para gustos hay colores. Yo he de estar a gusto con lo que yo hago y lo que yo soy, sin hacer daño a nadie claro. Sólo he de fijarme en mi misma y mejorar para m i misma no para los demás
Voy a conseguir el propósito de mi vida que me motiva cada día para seguir adelante: ayudar a las personas a transformar su vida
Desde que hice consciente este bloqueo en mi y supe de dónde venía me traté con mucha más compasión, mucho amor y poco a poco sin alterarme ni juzgarme comencé a exponerme. Trabajé mucho, muy duro, el mero hecho de hablar en una reunión del colegio me alteraba, pero comencé a visualizarme haciéndolo desde la tranquilidad y nunca me quedé sin exponer algo, siempre me incitaba para ponerlo en marcha. Y de cara a exponer en público lo hice una y otra vez. Te puedo asegurar que el camino no ha sido fácil, ya que me exijo mucho antes de exponerme, pero ahora puedo decir que tras muchos años de trabajo he salido del armario como cueto en el podcast de Reyes
Por tanto una creencia instalada en nuestro inconsciente se puede deber a una experiencia vivida o a por patrones heredados de la familia.
Lo primero es tomar conciencia de ello, hacerlo consciente, darle luz. A partir de ahí hay que hacer un trabajo de aceptación, de reconocimiento, de integración. Pero como siempre digo, si aparece una conducta o barrera que es inexplicable para ti o que no puedes cambiar, entonces habrá que hacer un trabajo mucho más profundo con la ayuda de un profesional con alguna regresión, constelaciones familiares, etc.
Mi consejo, no lo dejes, si lo tienes claro comienza tu transformación YA.
¿A qué estás esperando?
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