SIN GANAS DE VIVIR: VIVIR SIN PERMISO

SIN GANAS DE VIVIR: VIVIR SIN PERMISO
07 / febrero / 2024

No tengo permiso para vivir.

Tengo miedo a vivir.

No tengo miedo a morir.

No pertenezco a esta vida.

Estoy cansado de vivir.

La vida es demasiado, es como una losa, como una niebla muy grande

Mi cuerpo esta apagado, mi alma no brilla.

Estos pensamientos son propios de una persona que siente que la vida no le pertenece, que vivir es demasiado. Suelen ser personas que sienten un gran vacío que no saben cómo llenarlo. Tienen la sensación de no tener permiso para vivir. Vivir sin permiso es un foco de desesperanza, de amargura, de dolor…

Pueden estar llevando una vida aparentemente normal, pero no son capaces de conectar con el disfrute, con la alegría, con el amor … CON LA VIDA, CON SU SER.

Suelen ser personas con una herida de la que a veces no son conscientes: adopción, malos tratos, abusos, muertes inesperadas o tempranas, apego inseguro…

Pueden existir diferentes causas, pero lo más importante es que por más que busquen fuera como llenar ese vacío tan grande que sienten, no son capaces de llenarlo. De ahí vienen múltiples desequilibrios mentales y conductas lesivas como las adicciones, el agotamiento emocional, los trastornos alimentarios, la dependencia, hacer cosas de alto voltaje para llenarse de adrenalina…

Pero todo es inútil, porque antes o después siguen sintiendo que no tienen permiso para vivir. Y desde ahí, llega la depresión o la ansiedad, quizá sin un motivo aparente y de ahí a pensamientos o actos suicidas, puede haber una línea muy sutil e imperceptible.

¿QUÉ HACER PARA RECUPERAR LAS GANAS DE VIVIR?

  1. Acude a un profesional de la salud mental cuanto antes. Es importante que se valide tu dolor, tu malestar, tus emociones. A partir de ahí, hay que hacer un trabajo profundo para entender de dónde procede esa sensación de vivir sin permiso. Mi consejo es que acudas a un profesional que trabaje el trauma, porque muy probablemente has llegado hasta aquí por alguna herida de tu pasado que no ha sanado correctamente.
  2. Es el momento de focalizarte en ti y no esperar que nadie te salve. Sólo TU en esta vida eres lo mejor que te ha pasado y es el momento de llenarte de amor hacia ti mismo. Ya sé que no sabes, pero es el momento de aprender. ¿Qué harías con esa persona que tanto quieres? ¿Cómo es esto que estás haciendo para ti? ¿Qué cosas te gustan y te hacen feliz? ¿Cómo me respeto y me amo?
  3. Recupera las riendas de tu vida. ¿Cuál es tu propósito de vida? Qué te hace levantarte cada mañana con ilusión: tus hijos, tus mascotas, tu pasión por escribir, tu artista favorito, ayudar a otros… Cuando encuentres tu propósito, si aún no lo sabes, tendrás mayor ilusión por vivir. Actívate, aunque no te apetezca ponte en marcha.
  4. Focalízate en tu cuerpo y no en tu mente. Deja de pensar en lo que podía haber sido, en cómo sucederán las cosas, en lo que tienes o no tienes. ¡DEJA DE PENSAR! Cuando venga una emoción, siéntela en el cuerpo y deja que seas como una ola que viene con la intensidad que sea y luego se disipa. Pero intenta no pensar en el motivo de esa ola, deja que salga del cuerpo, que este se regule y puedes seguir con tu vida. Es importante que aprendas a regular tu cuerpo para aprender a relajarte, pero a veces es algo imposible para ti. Si no sabes o es demasiado para ti, claramente tienes que acudir a un profesional.
  5. Disfruta de la vida disfrutando de tu presente. Sin expectativas, con tranquilidad y serenidad, conecta con lo que estás viviendo en cada momento, en cada situación. Intenta sacar lo más positivo y lo más bello de ello, desde la curiosidad y la simplicidad.
  6. Rodéate de aquellas personas que en este momento puedan ayudarte, entiendan tu dolor sin juzgarte y sin pretender hacer de terapeutas. Lo importante es que sientas su aliento, su ESTAR a tu lado, su compañía y por supuesto su amor.

Y para terminar te dejo con dos citas:

A veces cuando estas en un lugar oscuro piensas que te han enterrado, cuando en realidad te han sembrado.

El desánimo es la piedra que inevitablemente tienes que pisar para cruzar el río. Puede que te caigas, pero siempre puedes levantarte o nadar para terminar cruzándolo.

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