No tengo permiso para vivir.
Tengo miedo a vivir.
No tengo miedo a morir.
No pertenezco a esta vida.
Estoy cansado de vivir.
La vida es demasiado, es como una losa, como una niebla muy grande
Mi cuerpo esta apagado, mi alma no brilla.
Estos pensamientos son propios de una persona que siente que la vida no le pertenece, que vivir es demasiado. Suelen ser personas que sienten un gran vacío que no saben cómo llenarlo. Tienen la sensación de no tener permiso para vivir. Vivir sin permiso es un foco de desesperanza, de amargura, de dolor…
Pueden estar llevando una vida aparentemente normal, pero no son capaces de conectar con el disfrute, con la alegría, con el amor … CON LA VIDA, CON SU SER.
Suelen ser personas con una herida de la que a veces no son conscientes: adopción, malos tratos, abusos, muertes inesperadas o tempranas, apego inseguro…
Pueden existir diferentes causas, pero lo más importante es que por más que busquen fuera como llenar ese vacío tan grande que sienten, no son capaces de llenarlo. De ahí vienen múltiples desequilibrios mentales y conductas lesivas como las adicciones, el agotamiento emocional, los trastornos alimentarios, la dependencia, hacer cosas de alto voltaje para llenarse de adrenalina…
Pero todo es inútil, porque antes o después siguen sintiendo que no tienen permiso para vivir. Y desde ahí, llega la depresión o la ansiedad, quizá sin un motivo aparente y de ahí a pensamientos o actos suicidas, puede haber una línea muy sutil e imperceptible.
Y para terminar te dejo con dos citas:
A veces cuando estas en un lugar oscuro piensas que te han enterrado, cuando en realidad te han sembrado.
El desánimo es la piedra que inevitablemente tienes que pisar para cruzar el río. Puede que te caigas, pero siempre puedes levantarte o nadar para terminar cruzándolo.
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