«Se me hace un nudo en el estómago».
«No puedo parar de comer».
«Ante esta situación tuve que ir corriendo al baño».
«Siento mariposas en el estómago cada vez que le veo».
«Se me revuelven las tripas cuando pienso en eso».
Estas son algunas de las expresiones que me dicen muchos de mis pacientes, cuando profundizamos en la sensación que sienten físicamente ante algún problema o situación emocional.
Ya os hablé en su día sobre cómo un trauma puede alojarse en nuestro cuerpo, por ello es imprescindible no trabajar solo desde el pensamiento o la emoción, si no a través del cuerpo para sanar emocionalmente.
Literalmente nuestro estómago es nuestro segundo cerebro. Tras varios estudios científicos, se ha podido demostrar la relación entre estómago y cerebro, esto es debido a que el sistema nervioso central está en absoluta conexión con nuestro estómago, de manera bidireccional, a través del sistema nervioso simpático y parasimpático.
¿Sabías que en el estómago existen unas 100 millones de neuronas? Para que te hagas una idea es lo equivalente a lo que podemos encontrar en el cerebro de un gato y es bastante superior a las que podemos encontrar en nuestra columna vertebral.
De hecho la hormona del bienestar, la serotonina (neurotransmisor encargado de nuestro estado de ánimo), se segrega fundamentalmente en el intestino. Es por ello de la importancia de una buena alimentación de cara a mejorar tu equilibrio emocional.
Creo firmemente en la expresión “Mens sana in corpore sano” que no es ni más ni menos que cuida de tu mente y cuidarás de tu cuerpo y a la inversa. Fue el poeta romano Décimo Junio Juvenal quien acuñó esta popular frase.
Cuando alguien acude a mi consulta suelo preguntar en la primera o segunda cita por sus hábitos alimentarios, así como, sus hábitos de sueño y por supuesto sobre el ejercicio. Ya que tienen mucho que ver con la salud emocional.
Te voy a ofrecer solo dos consejos que engloban bastantes hábitos alimentarios y que son básicos para mejorar tu salud física y emocional. Con ellos conseguirás aumentar tu triptófano, tu melatonina y, por tanto, tu serotonina básico en todos los tratamientos emocionales, pero especialmente en la fertilidad.
Con estos pequeños consejos mejorarás tus digestiones y por tanto tu estado anímico, pero recuerda que también es a la inversa, cuando estás emocionalmente en desequilibrio eso repercute en todo tu cuerpo y en especial en tu estómago. Así que si es tu caso no lo dudes, ponte en manos de un profesional que te ayude a encontrar el equilibrio físico y emocional.
Yo no soy nutricionista, aunque me encanta la nutrición. Si quieres alguien experto en la materia te recomiendo a Pilar Benítez con quien además de formarme, ha ayudado a muchos de mis clientes y en especial a muchas mujeres en su camino a la fertilidad. Además ha colaborado en mi libro Abona tu fertilidad en el capítulo de nutrición.
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