Tener hijos es toda una aventura, conlleva vivir experiencias únicas. Ninguno de ellos nace con un manual debajo del brazo, y por muchos libros que te leas, o acudas de terapeutas o pedagogos que te ayuden en el camino, cada día te levantas lleno de amor para y por ellos a la par que sin saber muy bien qué te depara el día.
Cada llamada de la secretaría del colegio a lo largo de los años te ha hecho dar un respingo en el asiento por si ha pasado algo. Cada llanto desesperado te hace ir corriendo, temiéndote lo peor.
Pero cada risa se hace contagiosa, cada abrazo se hace infinito y cada vez que acaricias su piel sientes que el corazón se para, cierras los ojos y dejas sentir ese pedazo de ti.
Los niños van evolucionando, van creciendo y van desarrollando sus gustos, su personalidad, etc. Realmente desde edades tempranas los niños ya van mostrando todo esto, pero con la llegada de la adolescencia esto se hace más evidente.
Lo importante como padres es atender las necesidades de cada uno de nuestros hijos, no hacer que cumplan nuestros deseos y anhelos. ¿Cuántos padres llevan a sus hijos a futbol o a ballet para cumplir su sueño frustrado? Os puedo asegurar que de mis tres hijos cada uno es absolutamente diferente, tiene habilidades diferentes y por supuesto personalidades únicas. Para mi es importante acompañarlos en el desarrollo de sus habilidades y de sus motivaciones, no imponerles lo que a mi me gustaría.
Y ¿qué sucede cuando tu hijo no es normal? Pero ¿qué no es normal? ¿Todo aquello que se sale del sistema? Tuve un hermano Síndrome Down alguien le decía que era anormal o subnormal. Nunca tolero que delante de mi alguien diga alguna de estas malsonantes palabras. Porque todos nosotros somos únicos, raros, anormales. Entonces ¿qué es ser normal? Creo de nuevo que nosotros tenemos hijos con una expectativas y anhelos, queriendo que se desarrollen en base a nuestras seguridades que es nuestra zona de confianza o control, el mapa por el que nos hemos regido a lo largo de la vida. Cuando esto no se cumple nos saltan lo miedos, las inseguridades, incluso la rabia y la frustración.
Recuerdo una madre muy preocupada por su hija adoptiva ya que tenía déficit de atención, que estaba absolutamente desesperada porque su hija no era “normal”. Me llegó a decir un día: pero es que entre todas las niñas que había allí, ¿por qué me tuvo que tocar la tonta? Simplemente porque no cumplía con sus parámetros. Esta niña ahora es una gran mujer desarrollándose en su profesión como cualquier otro.
Pero vamos al tema:
Quizá los padres ya han intuido esto a lo largo del desarrollo de sus hijos, ya que desde que son niños sueles sentirse “diferentes” a los demás. Lo importante es darle su espacio de evolución, según sus necesidades.
Siempre va a depender del ambiente dónde los padres se hayan movido, el tipo de educación y de cultura en el que se hayan desenvuelto. Pero quiero transmitir aquí lo que yo me he encontrado en mi consulta y lo que suelo trabajar en cada caso:
Ante todos sigues siendo su padre o madre y tu función es darle todo lo que esté en tus manos para que su desarrollo y equilibrio emocional sea el más saludable posible. Por tanto ofrécele todo tu apoyo, respeto, amor y aceptación.
Pero insisto en que muchos padres necesitan de un apoyo psicológico o de alguna de las asociaciones LGTB para entender y aprender a lidiar con esta nueva situación, ya que pueden existir miedos o creencias inconscientes que os bloqueen. Por tanto no lo dudes y acude cuanto antes, sin complejos.
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