Que mal suena infertilidad, suena como algo que es imposible, de hecho, nunca utilizo este término, pero hoy quiero especialmente utilizar esta palabra no para sentenciar, sino para que entiendas por dónde pasan tantas parejas.
¿Verdad que la palabra cáncer te da un escalofrío? Es sólo una palabra de cinco letras y seguro que a tu alrededor hay muchas personas que han superado los síntomas de esta enfermedad tras atravesar un camino donde tuvieron que rendirse y ponerse bajo el mando de algún doctor.
Pues de la misma manera hoy me gustaría que no te quedaras con la palabra malsonante (infertilidad), sino con la travesía que han de pasar mujeres y hombres en el camino de la fertilidad y que en muchos casos no llega a buen puerto.
Cuando entra por la puerta de mi despacho una nueva pareja o mujer con este problema no hay más que ver sus ojos llenos de tristeza para entender desde la distancia su dolor.
Ojalá te quedes hasta el final, ya que mi objetivo hoy es hacerte entender un poco más y empatizar con cada uno de ellos, quien muy a menudo lo lleva en silencio por el pudor que les ocasiona.
Empezaré ofreciéndote algunos datos:
Según el registro de actividad de la Sociedad Española de Fertilidad de 2019 se calcula que en España existen entre un 15% y un 20% de parejas en edad reproductiva (hablamos de unas 800.000 personas menores de 40 años) que tienen problemas para tener hijos. España se encuentra a la cabeza de Europa y el tercero a nivel mundial.
Se estima que los casos de infertilidad en todo el mundo han aumentado hasta un 9% y está afectando al 15% de la población mundial actual, lo cual equivale a 48.5 millones de parejas.
De estos casos, se cree que alrededor del 20 al 30% son causados por la infertilidad masculina. Se estima que alrededor de 30 millones de hombres en todo el mundo son infértiles. En general, se acepta que alrededor del 50% de los casos de infertilidad se deben a condiciones femeninas, y el porcentaje restante es causado por una combinación de factores masculinos y femeninos.
Yo no quiero entrar en estadísticas ni en causas, sólo quiero describirte el dolor de estas parejas para que puedas llegar a comprender un poquito más.
Empezaré explicándote que es el duelo. Un duelo es la pérdida de algo, un hijo que se va de casa, la muerte de un ser querido, la pérdida de un empleo, etc. Existen varias fases del duelo, y siempre depende del tipo de duelo y el equilibrio emocional de la persona, pero lo normal es que primero entres en shock, luego te venga la rabia para después sentir el dolor, la tristeza.
Pues a continuación os explico de manera muy general el camino de estas parejas para conseguir ese embarazo tan deseado, y digo general porque cada mujer, cada hombre es único al igual que el desafío al que se enfrentan.
Desde que deciden ser papás comienza un nuevo camino lleno de ilusión y de esperanza. Cada mes, cuando llega la regla parece que el camino se hace cuesta arriba (primer duelo), pero nadie pierde la esperanza. Comienza un pequeño miedo y quizá se emprende un ritual sexual basado en los días que marca el ciclo, por lo que la espontaneidad empieza a disiparse (otro duelo al decir adiós a hacer el amor de manera espontánea).
Al cabo de los meses comienza cierta desazón cada vez que se manchan las braguitas (más y más duelos), hasta que la preocupación llega al hogar y te pones en manos de los ginecólogos. A partir de ahí un mar de dudas y de miedos comienzan a incorporarse en la mente de cada uno. Parece que dejas de tener el timón de tu vida y se lo entregas a los doctores eruditos (otro nuevo duelo).
Si decides ponerte en manos de cualquier tratamiento invasivo has de hacer un nuevo duelo, el de no ser padres de manera natural. Esto no es tan sencillo para muchas parejas, algunas de ellas renuncian por completo a estos métodos por diversas razones, simplemente por ser fieles a sus principios, pero sin embargo en lo más profundo de su alma piensan que es muy posible que estén renunciando a ser padres ya que pos sí mismos no lo conseguirán, por tanto, están inmersos en un duelo continuo, pero con un atisbo de esperanza.
Las parejas que se someten a tratamientos hormonales pasan por distintas situaciones en las que parece que lo único que pueden hacer es rendirse ante lo que les dicta el tratamiento y la vida. A veces todo va bien a la primera, en otras ocasiones el camino se hace interminable y una y otra vez parece que no hay éxito en cada fase del proceso. Imaginar el dolor causado en cada una de ellas (parejas) que se someten a estos tratamientos costosos y con efectos negativo tanto a nivel físico como emocional.
En algunos de los casos consiguen el embarazo tan esperado, pero… el bebé se pierde en las primeras semanas de embarazo. Si para una pareja que se queda embarazada de manera natural esto supone un gran dolor y hay que pasar todas las fases del duelo, ¿os podéis imaginar para una pareja que ya ha pasado por un sinfín de pérdidas? Desde mi punto de vista es crucial trabajar el aborto antes de ponerse de nuevo en acción, hay que sanar esa herida y hay que dar luz a ese bebé.
Pero algunas parejas llegan al momento en el que se les dice que la única posibilidad de ser padres pasa por renunciar a su carga genética (donación de óvulos o embriones o ambos). Esta renuncia supone un duelo en toda regla. Ya no va a ser como yo, ni tendrá los mismos gustos, ni la misma personalidad, … Y ¿qué van a pensar alrededor mío?
Pues para acabar si ya han hecho todo lo que estaba en sus manos para optimizar su fertilidad sin éxito, sólo queda la aceptación de lo que la vida te ha traído. Imaginar el duelo a hacer en este momento. Sólo queda mirar dentro de ti, abrazar tus emociones, dar rienda a tus fortalezas y aunque al principio duela… agradece la vida.
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