Soy Sonia Navajo y el sentido de mi vida es ayudar a las personas a evolucionar, alcanzando el equilibrio físico, mental y la paz de su alma.
Pero no he llegado aquí por casualidad. La vida me fue llevando hasta aquí atravesando un camino de causalidades y eso me ha llevado a ser quien soy hoy.
Si quieres conocer más de mi te invito a leer la línea de mi vida con tanta causalidad.
Nací un 14 de agosto de 1971, el mismo día que mi abuela Elena, la mujer que marcó mi vida junto a mi hermana Cristina dos años mayor que yo.
Cuando tengo 6 años nace mi hermano Sergio con Síndrome de Down. Nuestra vida dio un giro y todo cambió. Dos años más tarde falleció en una intervención quirúrgica. Ya nunca nada fue igual. La alegría de mi hogar se desvaneció.
Me encantaba jugar a los indios Navajo en honor a mi apellido, me encantaba estar con mi padre viendo películas del oeste. Era una niña que necesitaba mucha atención, mucho cariño, y eso, junto con lo perezosa que era con los estudios, hacía que mi madre cada día se estudiara la lección para aprendérmela yo.
Nadie daba un duro por mi en el colegio, pensaban que no llegaría a estudiar nunca. Saqué un 4 en Selectividad y eso me cerró la puerta a lo que quería estudiar en aquel momento, Periodismo. Pero me abrió otra ventana que hoy en día agradezco infinitamente. Entonces fue cuando comencé a estudiar Psicología.
En la universidad me hice experta en timbas de mus, póker y salidas por Somosaguas. Me lo pasé genial, pero no llegué a repetir ningún curso. Era una mujer práctica, tenía claro que debía cumplir y licenciarme y encima lo hice con dos especialidades: Clínica e Industrial.
Durante la carrera no paré de trabajar y eso que mis padres no querían, pero yo deseaba independencia económica y libertad. Fui voluntaria en un hospital psiquiátrico, lo que me hizo ver que no estaba preparada emocionalmente para ejercer como psicoterapeuta. Así pues, me decanté en comenzar por el mundo empresarial.
Ejercí varios puestos de responsabilidad de Recursos Humanos en diferentes multinacionales. Fueron años de mucho éxito profesional, pero a nivel personal me veía inmersa en un mundo de tiburones en el que nunca me sentí “como pez en el agua”. Lo bueno es que en una de estas empresas conocí a Ernesto, mi marido, quien es “carne de multinacional” y sigue teniendo un gran éxito profesional.
Nos casamos en el 2005 y en el 2009 ya teníamos a nuestros tres hijos: Sergio, Ernesto y Nacho. ¡Imaginar la intensidad de aquellos años! Sus nacimientos me hicieron despertar en la vida. Me hicieron preguntarme ¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Cómo quiero vivir?
Tras un periodo de mucha confusión, tristeza y angustia, decidí dar un giro a mi vida. Tras el nacimiento de Nacho dejé el mundo empresarial con el objetivo de poder ayudar a las personas desde mi propia consulta, pero no tenía ni idea de cómo hacerlo…
Empecé a formarme de manera intensa, sobre todo en todo lo que tiene que ver con el inconsciente. Me apasionaba seguir descubriendo cómo funciona la mente. Tal es así, que me convertí en una adicta a la formación y a la lectura hasta día de hoy. Todo lo que no estudié de joven ya está redimido.
Fundé Crea-t en plena crisis del 2010. Crea-t representaba la creación de un nuevo ser. La evolución, mi principal valor. Cuando las empresas no funcionaban y tenían que cerrar, yo creí en mi, en mi valor y en mi aportación a la sociedad y Crea-t siguió creciendo y evolucionando.
En 2014 comencé a especializarme en fertilidad. Fundé Fertilidad Emocional un par de años después, de la mano de mi compañera Ángeles Urrea. Nunca tuve problemas para quedarme embarazada y cuando empecé a trabajar con este colectivo de mujeres fue impresionante. Hoy puedo decir que he ayudado a traer muchos niños al mundo, pero otras muchas no lo han conseguido y en mi corazón siempre hay un lugar para ellas.
Actualmente me considero una mujer de éxito. Para mi el éxito se traduce en sentirme plena en el plano personal y profesional. Tengo mil ideas en la cabeza y me sigue faltando tiempo para dar la mejor versión de mi misma. Me siento joven, con muchas ganas de seguir en esta continuo evolución llamada vida y poder seguir aportando a esta sociedad todo aquello que esté en mis manos.
Cuando sea viejecita me encantará ver la línea de mi vida y sentirme orgullosa de todo lo que viví y cómo lo viví. Seguro que mi alma libre se sentirá llena de paz. Seré feliz habiendo dado un sentido a mi vida… Seguir evolucionando.
Después de experimentar la inesperada pérdida de dos personas muy importantes en mi vida, he adquirido una perspectiva más profunda sobre la importancia de valorar y apreciar a mis seres queridos, así como de vivir la vida con serenidad, gratitud y amor.